viernes, 9 de noviembre de 2012

Visitas desde Japón

Hace tiempo por medio de las redes sociales - mientras organizaba mi viaje a Japón- conocí a Keizo, un nisei paraguayo quien desde hace tres décadas vive en Kagawa, Shikoku. Como mi papá es paraguayo inmediatamente tuvimos buena onda: charlamos mucho sobre el tereré, Asunción y Chilavet entre otras cosas. Por cuestiones laborales Keizo viaja a Argentina una vez por año, realizando estudios para la empresa agropecuaria japonesa en la que trabaja.
Al poco tiempo de hablarnos, viene a mi país en su visita anual y por supuesto lo invitamos a comer a casa, donde lo agasajamos con empanadas salteñas y humita. Toda la noche la conversación -mitad nihongo y mitad español - saltó de un lado a otro de Oriente y Occidente, de la chipá al sushi, del Enka a las polkas, sin escalas. También nos contó de sus numerosos viajes por el mundo -por negocios y por placer- en los que además de pasear, le gusta hacer amigos con quienes compartir vivencias.
Hablando de nuestro próximo viaje a Japón, Keizo nos invita a conocer la región donde vive; así acordamos en pasar tres días en la zona de Kagawa.


Unos meses después nos reencontramos en su tierra, una población rural llena de belleza y paz. Recorrimos muchos lugares, unos de los puntos más altos fueron el Ritsurin Koen y el Awa Odori, que durante el verano es un festival callejero pero el resto del año se representa en un teatro local.
Mis momentos preferidos en Shikoku fueron dos: en primer lugar la oportunidad de visitar un lugar poco explorado por los turistas extranjeros, donde todos los habitantes se maravillaban antes nuestra presencia y nos preguntaban muy curiosos "por qué se nos había ocurrido ir ahí".
El segundo fue ir en ocasión de un matsuri de primavera que organizaban los campesinos de la zona: creo que fue la expresión cultural japonesa más autentica que vi en todo el viaje. Los habitantes de las poblaciones más cercanas levantaban las carrozas sobre sus hombros para luego pasearlas como augurio de una buena temporada de cosechas.


Nos despedimos luego de tres días intensos e inolvidables, prometiendo volver a vernos pronto en Buenos Aires.

Hace unas semanas recibí un correo donde me contaban que estaba llegando a Argentina en breve. Keizo es un hombre de muchas amistades y tenía sólo un par de días en Buenos Aires antes de viajar al interior, donde trabaja. Lo invitamos a comer un asado a una parrilla de Palermo llamada "Don Julio", porque lamentablemente vivo en un departamento y no tengo dónde cocinarlo.
Comimos, charlamos y nos reímos hablando de nuestras vidas y viajes; Keizo es una persona muy conversadora, de risa fácil y a quien le gusta mucho disfrutar de la vida de forma intensa.
Como nos había prometido durante nuestro encuentro en Shikoku, nos trajo de regalo unas yukata para cada uno junto con un par de getas. Como se ven en las fotos ¡Son divinas!


Estudiar japonés ha enriquecido mi vida de una manera increíble. Y una de las mejores cosas que me ha sumando son las amistades que he forjado en estos años... junto a Keizo, muchas personas más que ahora forman parte de mi mundo y a quienes valoro muchísimo. A todos ellos -y en especial a Keizo- les digo... どうもありがとうございます!


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