Un día cayó un proyecto para una empresa de TV por cable que buscaba conocer la opinión de los inmigrantes y descendientes de chinos en Buenos Aires, con vista al posible lanzamiento de señales en su idioma. Todo muy lindo, pero la tarea del reclutamiento se complicó bastante: la mayoría de los chinos residentes en Argentina no hablaban español fluido como para responder una entrevista y sus descendientes no parecían interesados en participar.
Los días pasaban, se acercaba la fecha del estudio y los reclutados eran cero. La señorita S, encargada de la tarea, era una buena persona pero muy ansiosa y atolondrada. Esta es una conversación que tuvimos una mañana:
S - Hola Euge, buen día ¿Viste que estamos reclutando chinos para el estudio? Bueno, necesito pedirte un favor ¿Me podrías ayudar...? Me dijeron que vos estudiás chino...
E - No, no estudio chino, estudio japonés.
S - Bueno, está bien, chino, japonés, qué se yo... estamos buscando chinos que quieran participar del focus, ¿Vos tenés algún compañero chino en la clase?
E - No, ninguno.
S - ¿Y tu profesor...? ¿No querrá participar del estudio...?
E - No, mi profesor es japonés, no chino. La clase es de idioma japonés, no chino.
S - ¿Y tu profesor...? ¿El no conocerá algún chino...?
El clima creado en la oficina podía dividirse en dos: los que escuchaban horrorizados de la ignorancia de S y los que no podían entender cómo yo no conocía chinos y carecía de la capacidad de comunicarme con ellos.
E - No, salvo por algunos profesores, todos son argentinos. Tampoco hay descendientes de chinos, o al menos nunca vi ninguno.
S -¡Pero como es posible...! Si ahí no hay chinos... ¿Dónde voy a encontrarlos...?
E - Que se yo, podés probar en una escuela de idioma chino...
S - Che ¿Y si me acompañás al supermercado de la vuelta y le preguntás al chino en su idioma por algún amigo o familiar que quiera participar del estudio...?
E - S, ya te dije que no estudio chino, sino japonés. China y Japón son países distintos, con diferente idioma y cultura, no puedo ayudarte.
Cuando evidenció que su insistencia no daba frutos, S pegó media vuelta y se fue. Seguro pensó que yo carecía de buena predisposición, porque el resto del día me miró con cara de pocos amigos.
S es otra víctima más del reduccionismo cultural. Y antes que piensen que se trata de "falta de educación", les comento que esta chica tenía un título universitario en Ciencias Sociales.